Olores y sonidos de mi infancnia
Hoy, entre tanto niño y recuerdo de la infancia, no pude evitar, traer los míos.
Lugar, la cocina. Dueña absoluta, mi abuela. Actividad, preparando lo que ese día estaría en nuestra mesa. Escenario, los olores que de esos guisos se desprendían y, entre minuto y minuto, catando y modificando, si así se requería, el sazón con la ayuda de la sal, la pimienta y un poco de ajo. Mi función, la degustación inevitable del guiso y que me ponía como responsable del veredicto final ¡ya quedó! ¡está delicioso! La nota importante, la que alentaba al oído y la imaginación estaba a cargo de la radio, compañero fiel de mi abuela, además de ser cómplice de mi presencia que día a día me tenía ahí en ese lugar mágico ya que me hipnotizaban las diferentes voces que de esa caja salían y, entre condimentos ,aromas a cebolla y jitomate, esperábamos el momento del clímax ¡la hora de la radionovela!. Sabíamos que el momento había llegado cuando el locutor decía: XEW la voz de la América Latina desde México presenta: "apague la luz y escuche" y todo se convertía en seducción, era el momento de estar calladas, ¡ni el jitomate se atrevía a ponerse chinito! entonces junto con la imaginación excacerbábamos el sentido del oído y en el que la vista, nada más servía para observar como hervían los guisos y como un vínculo entre el cerebro que trabajaba arduamente en la figuración ¿cómo serían todos esos personajes? ¿qué cara pondrían ante la tragedia? ¿cómo reían? ¿cómo vestían? Había que jugar con la creatividad imaginando sus caras, recreando los lugares que describían, ¿cómo serían sus gestos de asombro, amor y duda? El sonido de esas puertas que se abrían, los pasos que se acercaban o alejaban.
Esos olores, sabores y esas radionovelas son, lo que le da color a mi infancia. Además, del inmenso amor con el que ella nos cocinaba.
Lugar, la cocina. Dueña absoluta, mi abuela. Actividad, preparando lo que ese día estaría en nuestra mesa. Escenario, los olores que de esos guisos se desprendían y, entre minuto y minuto, catando y modificando, si así se requería, el sazón con la ayuda de la sal, la pimienta y un poco de ajo. Mi función, la degustación inevitable del guiso y que me ponía como responsable del veredicto final ¡ya quedó! ¡está delicioso! La nota importante, la que alentaba al oído y la imaginación estaba a cargo de la radio, compañero fiel de mi abuela, además de ser cómplice de mi presencia que día a día me tenía ahí en ese lugar mágico ya que me hipnotizaban las diferentes voces que de esa caja salían y, entre condimentos ,aromas a cebolla y jitomate, esperábamos el momento del clímax ¡la hora de la radionovela!. Sabíamos que el momento había llegado cuando el locutor decía: XEW la voz de la América Latina desde México presenta: "apague la luz y escuche" y todo se convertía en seducción, era el momento de estar calladas, ¡ni el jitomate se atrevía a ponerse chinito! entonces junto con la imaginación excacerbábamos el sentido del oído y en el que la vista, nada más servía para observar como hervían los guisos y como un vínculo entre el cerebro que trabajaba arduamente en la figuración ¿cómo serían todos esos personajes? ¿qué cara pondrían ante la tragedia? ¿cómo reían? ¿cómo vestían? Había que jugar con la creatividad imaginando sus caras, recreando los lugares que describían, ¿cómo serían sus gestos de asombro, amor y duda? El sonido de esas puertas que se abrían, los pasos que se acercaban o alejaban.
Esos olores, sabores y esas radionovelas son, lo que le da color a mi infancia. Además, del inmenso amor con el que ella nos cocinaba.
Hermoso!! Increíble cómo nos llevas hasta a detectar los olores.. Quedamos en espera de la continuación...
ResponderBorrar