La mujer cientifica por naturaleza
Por supuesto que somos
buenas planchado, lavando, limpiando, cuidando niños, porque una tarea que se
hace constantemente, te convierte en un experto, de eso no hay duda y qué decir
si desde la antigüedad ese es el rol que se le ha a asignado a la mayoría de
las mujeres, salir de ese esquema ha sido un duro camino y ser reconocida en otros
roles sociales ha sido complicado, no obstante, hay quien lo ha logrado. La
mujer como parte de la sociedad es fundamental y debe tener las mismas oportunidades, derechos y
responsabilidades de participación hacia el cambio social, cultural, científico
y tecnológico. Vivimos en una colectividad en que la ciencia y la tecnología ocupan un lugar fundamental
en el sistema productivo y en la vida cotidiana en general por lo tanto, se ha
convertido en necesaria para que la sociedad pueda adaptarse a los cambios
demográficos, climáticos, de salud, sociales y económicos entre otros, ya no es
posible reservar la cultura científica a tan solo un sector social y las
mujeres deben incluirse como factor de cambio.
Quizá uno de los primeros
obstáculos para que aumente el número de mujeres que se incluyan en la labor
científica, sean, las mismas mujeres, muchas podrán decir que esas cosas de la
ciencia no van con ellas, porque
son complicadas, no la entienden o no le encuentran un beneficio, otro caso
podría ser, que la sociedad patriarcal infravalorara su participación
relegándola en estos aspectos tan fundamentales de educación para el cambio.
Sin embargo, poco nos hemos dado cuenta de que los atributos “naturales” que poseen
las mujeres son cualidades
valiosas y necesarias para el quehacer científico y lo único que haría falta,
sería encausarlo hacia un bien social, ya sea en una carrera o en una labor de
alfabetización científica en su área de influencia. Enumeraré algunos atributos
para ejemplificar lo que escribo, la mayoría son creativas, imaginativas, inquisitivas, tratan de buscar
siempre una respuesta, una solución, poseen una gran capacidad de observación,
son empáticas, analíticas, les gusta experimentar, un ejemplo de ello, son los
guisos extraños que hace mamá en la cocina y si no le sale a la primera, lo
hace cambiando ingredientes hasta que tenga la comida perfecta mostrando la
evidencia cuando pone el rico plato en la mesa. Dicho de otra manera, esos son
los mismos atributos que un investigador debe poseer. Entonces ¿qué nos ha
pasado que no creemos que las mujeres son buenas para la ciencia, la
investigación o la tecnología, relegándose o relegándolas del quehacer
científico?
La falta de reconocimiento
de las mujeres que han dedicado su vida en el área científica ha sido, quizá,
un factor en la problemática de exclusión que estamos viviendo en este caso ya
que faltan modelos a seguir. Si creen que exagero, entonces, hagamos un
ejercicio, los necesito concentrados:
¿Cuántos científicos pueden nombrar? ¿Por qué los recuerdas?¿Cuántas
científicas podrás nombrar sin incluir a Marie Curie? ¿Por qué las recuerdas?
Les puedo garantizar que el porcentaje de la primera respuesta es mucho más
alto que el primero. ¿Ya ven que no les miento sobre el escaso reconocimiento
que la mujer ha tenido en el campo científico? Claro está, que si eres una de
las pocas o pocos que logró un porcentaje mayor en la segunda pregunta,
entonces, sabes perfectamente el problema social, cultural, educativo y
económico representa la exclusión de las mujeres en estos campos
Se estima que el aporte de
las mujeres a la ciencia se remota hace 3,200 años, sus trabajos y sus logros
han sido indudablemente, decisivos para el conocimiento de la ciencia, poco se
toma en cuenta a la mujer primitiva que fabricaba y acumulaba utensilios y
conocimientos sobre plantas comestibles y medicinales, así que podríamos decir
que las primeras mujeres recolectoras eran las primeras botánicas ya que, a
través de la experimentación, aprendieron a reconocer plantas, le dieron
nombres y descubrieron métodos para neutralizar o eliminar el veneno de algunas
que, a no ser por eso, eran comestibles. Asimismo, la recolección de alimentos
exigía una concepción del tiempo y
fue entonces que aprendieron a reconocer las fases de la luna o la ascensión de
una estrella y a relacionarlas con las estaciones y la disponibilidad de
ciertos comestibles. Desarrollaron instrumentos y tecnología para recolectar,
preparar y conservar la comida. Inventaron el mortero y un molino primitivo
para triturar semillas y granos. Esos instrumentos primitivos de cocción y
preparación de alimentos pueden verse hoy día en los laboratorios modernos.
Entonces
¿cómo?¿cuándo?¿dónde se perdió la importancia del conocimiento empírico y científico que generaban las mujeres
aportando herramientas para el crecimiento de las sociedades en las que se
desarrollaban? Una de las causas fue, que muy pocas mujeres tenían acceso a la
educación, pues solo las que pertenecían a la aristocracia recibían esta clase
de preparación, nada alejado de la situación que algunas comunidades viven en pleno SXXI.
En la actualidad, la
igualdad de género existe. Sin embargo, cuando nos acercamos a lo que ocurre
realmente a nuestro alrededor, es patente que seguimos estando lejos de haberla
conseguido y la ciencia no está exenta de ello ya que se dan las mismas
situaciones de desigualdad que en otros ámbitos, así lo demostró un estudio
realizado en la Universidad de Yale en el año 2012 ,conocido como paradigma
John/Jeniffer, el cual, es un ejemplo que ilustra las dificultades que
atraviesan las mujeres en la ciencia.
En este estudio un grupo de investigadores realizaron un curriculum
vitae ficticio que fue utilizado para encontrar un puesto de trabajo de jefe de
laboratorio en varias universidades de Estados Unidos. Se pidió al profesorado
de facultades de ciencias, ingeniería, tecnología y matemáticas –un grupo
representativo en cuanto a género, edad y nivel académico–, la evaluación de la
competencia de el/la estudiante, si le contratarían, cuánto le pagarían y si
querrían tutorizarle.
Todas las
solicitudes eran iguales, a excepción de que la mitad se referían a un hombre,
‘John’, y la otra mitad a una mujer, ‘Jennifer’. Los resultados,
estadísticamente significativos, mostraron que tanto el profesorado masculino
como el femenino de las diferentes universidades discriminaron favorablemente a
estudiantes ‘John’ respecto a estudiantes ‘Jennifer’, aquí, habría que resaltar,
que no solamente los hombres priorizaron sobre los postulantes masculinos, sino
también las mismas mujeres.
Esto nos
lleva a pensar que no solo hay que cambiar universidades e instituciones y sus
políticas de funcionamiento, habla también de un cambio de pensamiento
individual y de valorar el trabajo de las mujeres con base en sus resultados.
Así qué, comencemos por
reivindicar a la mujer así como el papel que en la ciencia tuvo y debería tener para obtener una sociedad
equitativa, justa y con una manera de interpretar la realidad enriquecida por
todas las visiones.
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