¿Virtualidad con los cinco sentidos?

Todo parece indicar que el futuro estará plagado de virtualidad, posiblemente la mayoría de  experiencias y relaciones inter e intra personales serán a través de  gafas de realidad virtual 3D y quizá, un  manus VR  que nos ofrezcan un oasis para escapar de la sustantividad que nos penetra el cuerpo.
No osbtante, somos seres que dependemos y usamos nuestros cinco sentidos y, aunque le damos más importancia al de la vista -aquellos que podemos hacerlo- sobre todos los demás,  no debemos olvidar  la función que realizan para nuestra sobrevivencia  los restantes. Entonces,  me pregunto  ¿cómo estos simuladores nos brindarán  las percepciones que nos hacen enriquecer y guardar en la memoria de largo plazo las experiencias vividas a través de lo que rescatamos con todos nuestros sentidos?
Por supuesto no soy la única que se lo pregunta, hay proyectos que buscan reproducir todas estas sensaciones que recibimos del medio en el que vivimos a esta nueva manera de percibir otras realidades,  como  ejemplo está el proyecto Virtual Body  que desde el 2013 se encuentra en la cacería por atrapar lo que escuchamos, tocamos, vemos, degustamos y olemos para la virtualidad.
Será interesante saber los mecanismos que se están desarrollando para reproducir los sabores de esas comidas que tanto disfrutamos y más aún, los olores que desprenden. Sin embargo, el reto no nada más está en reproducir los olores de los alimentos o el magnífico olor que desprende un libro nuevo  y en el que un buen lector tiene como rito pegar las narices en las hojas de los mismos pasándolas rápidamente entre los dedos para que el aroma, producido por la  ruptura y volatilidad de la lignina, invada nuestro sentido del olfato y  nos golpeé cuando abrimos algún libro olvidado en nuestra biblioteca hace algunos años. El desafío es darle a  esas representaciones gráficas, que usamos para identificarnos en el mundo del internet y otras tecnologías de comunicación modernas conocidas como el avatar,  el toque personal que desprendemos con nuestro  aroma tan particular.
Recuerdo a una amiga muy querida con un sentido del olfato tan desarrollado que cataloga a las personas de acuerdo al olor que desprenden, alguna vez platicábamos:
-¿Por qué eres tan renuente a esa persona? - le preguntaba intrigada
-Te voy a decir la verdad, no me gusta porque huele a huevo podrido- me respondió entre risas
- ¿A gas de alcantarilla?- respondí divertida
-Sí, es por eso que nunca podré ser amiga de esa persona, a mi me gustan las que huelen a jazmines y otras flores -  respondió
Así es como nos divertíamos mientras me  decía a qué olían las personas que pasaban a nuestro lado y, cuando me volvía a decir que a huevo podrido, me divertía pensando en reproducirlas en el laboratorio con sulfuro de hidrógeno. 
Me di cuenta entonces de la importancia que tiene nuestro olor  y el papel importante que tiene para decidir nuestras relaciones interpersonales de manera, quizá, inconsciente o, conscientemente como lo haría el muchacho escuálido, feo, jorobado y con un pie deforme llamado Jean Batiste Grenouille tan magistralemente creado por la pluma de Patrick Süskind en su libro El Perfume.
Y, mientras con la ayuda de la tecnología los diseñadores de estos mundos  logran recrear toda esta gama de olores que nos hacen ser quien somos para estos simuladores de realidad virtual, prefiero unas gafas que me permitan tener al descubierto mi sentido del olfato y no olvidarme de mi existencia plagada de sensaciones en este escenario, simulado o real, que me tocó vivir.



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