La posibilidad de una isla.

<<La sociabilidad ya había visto su momento, había desempeñado su función histórica; aunque había sido imprescindible en los primeros tiempos de la aparición de la inteligencia humana, en la actualidad ya sólo era un vestigio inútil, un estorbo>>. Michel Houellebecq

Precisa, cruda, real.

<<¿Quién, entre vosotros, merece la vida eterna?>>

Pregunta que somete a la arrogancia, desarticula la inmortalidad y expone la realidad.

<<Mi encarnación actual, se deteriora>> , tan solo trasciende la historia individual, aquella, la que se redacta como evidencia existencial y sustento de continuidad para la próxima encarnación,  manifiesto certero de un mundo agónico, irreverente, cruel, decadente, del que se desaparece a través de la razón como religión, y la muerte por placer, para dar origen a las subsiguientes representaciones, los futuros <<yo>>, que se van transformando sin capacidad de reír, sentir y experimentar emociones auténticas, como un blindaje que asegure la permanencia cada vez más inhumana, sin temor y en libertad.

Novela futurista  donde el concepto del amor sacude y  cuestiona,  ¿acaso, el amor propio, incapacita para amar a otra persona? , ¿puede existir el amor, cuando se ha planeado mantener la libertad individual? Preguntas que retan a encontrar  respuestas a través del sufrimiento por la pérdida de la pareja que el protagonista padece, el cual,  sacude las entrañas y da sentido a las afirmaciones que de la lectura se extraen, aseveraciones tales que, las relaciones humanas nacen, evolucionan y mueren de manera completamente determinista, tan ineludible como los movimientos de un sistema planetario, y que es absurdo y vano esperar modificar su curso, por poco que sea. 

La pluma furiosa de Houellebecq muestra que, en el amor sobrevive el más egoísta, el más racional, convirtiéndola  en una novela de amor profundo.

Libro irreverente, donde la juventud y el éxito que, con el ineludible paso del tiempo, se convierten en vejez y decadencia, propone a la muerte por elección, como mecanismo para trascender hacia una existencia sin dolor, sin culpas y sin amor, no obstante, libre y perfecta.

La narrativa de Houellebecq golpea de un modo catártico. Los fuertes, siguen leyendo; los otros, cierran el libro, para poder respirar. 

Como colofón, cito y suscribo la opinión que Germán Gullón realiza sobre el libro: <<Houellebecq ha conseguido, quizá mejor que nunca, poner un dedo en la llaga humana y restregarla para que duela>>.

Si estás preparado para enfrentar el desasosiego que produce, en algunas ocasiones, el sin sentido de la vida, entonces, esta novela es para ti.

CH.










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